
Ciller
Ciller es una empresa familiar arraigada a los valores y al conocimiento de un oficio transmitido de generación en generación. Llegaron a nosotros con la necesidad de refrescar una marca ya consolidada, manteniendo su esencia artesanal pero conectándola con un público más amplio y contemporáneo. Nuestro reto fue encontrar el equilibrio entre tradición y modernidad: preservar la autenticidad que los distingue mientras proyectábamos una imagen renovada, coherente con los nuevos tiempos.

En un mercado saturado de marcas que compiten por la novedad, Ciller elige reivindicar la autenticidad. Su nueva estrategia parte de un principio claro: evolucionar sin renunciar al alma del oficio. A través de una identidad renovada pero fiel a sus raíces, busca reconectar con quienes valoran el trabajo bien hecho, la honestidad y la historia detrás de cada creación. Ciller se proyecta así como un símbolo de permanencia en tiempos de fugacidad, donde la tradición no es un ancla, sino la fuerza que impulsa hacia el futuro.


Desde Vetado concebimos la estrategia de Ciller como una oportunidad para transformar una marca de oficio en una marca de cultura. Más que actualizar su imagen, desarrollamos un relato que celebra la inteligencia del hacer: el conocimiento acumulado, los procesos invisibles y la sensibilidad detrás de cada pieza. La propuesta pone el foco en el valor del origen y en la transmisión como acto de innovación, conectando la experiencia artesanal con el diseño contemporáneo.



La nueva identidad de Ciller se articula en torno a tres conceptos clave: precisión, legado y quietud activa. Un universo visual que combina la sobriedad del oficio con una sensibilidad contemporánea: tonos minerales, texturas naturales y una luz suave que evoca los talleres donde el tiempo se mide por las manos, no por el reloj. La tipografía principal, de trazo limpio y carácter sereno, dialoga con una secundaria más gestual que introduce humanidad y ritmo visual.
El logotipo, concebido como sello y firma, refuerza la noción de autoría y confianza. Cada elemento —desde el packaging hasta la comunicación digital— transmite la idea de tiempo contenido, una estética pausada que celebra lo permanente frente a lo efímero.
